Hay quienes sostienen que sigue habiendo dos Españas. Y es mentira. Siempre habrá tantas Españas como españoles haya sobre la faz de la tierra. Está la España de la corrupción, aquella que sabe conquistar al mundo con su gastronomía o la que es capaz de asombrar al resto del planeta por la bondad de sus gentes a la hora de donar órganos. "¡Para que se lo coman los gusanos, que le sirva a alguien, puñetas!", he oído decir en multitud de ocasiones. Pero si he de quedarme con una España, la que en verdad nos representa, esa es la que estos días se concentra en los campos de Totalán. A los malagueños se les han unido empresas valencianas, madrileñas, catalanas y hasta mineros asturianos. Todos ellos luchan por un mismo fin, por idéntico objetivo: hacer todo lo posible para rescatar a un niño de dos años de un siniestro pozo. Mucho hablamos, mucho discutimos, demasiado nos enzarzamos, pero cuando tenemos algo por lo que luchar somos grandes. Y nos unimos, aunque sea en momentos tan desgraciados como estos.

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