Análisis

josé Martínez Olmos

Fortalecer el ministerio

Sanidad tiene un rol imprescindible para un desarrollo coordinado

La sanidad es un bien muy apreciado por la población ya que el sistema sanitario se encarga de cuidar y proteger la salud de las personas y ésta es una labor bien valorada en general. Ello no quiere decir que no existan problemas serios que, en función de cómo se aborden y si no se resuelven, deriven en deterioro grave de calidad y equidad que afecte también a la imagen del sistema.

Precisamente el hecho de ser una de las prestaciones más importantes del Estado de Bienestar hace que los desafíos que la sanidad ha de afrontar necesiten un buen análisis de situación para anticipar las soluciones más acordes a las necesidades y a las oportunidades.

Algunos de estos desafíos se han enumerado y analizado reiteradamente en esta columna: envejecimiento y cronicidad, desarrollo digital, innovación tecnológica y robótica en salud, innovación en fármacos, financiación adecuada, desigualdades en salud, necesidad de enfatizar en la prevención o actuación en medioambiente y salud son (entre otros muchos) algunos de estos desafíos.

En todos estos asuntos el papel de las Comunidades Autónomas es muy relevante pero sin duda, como Sistema Nacional de Salud, eSanidad tiene un rol imprescindible para un desarrollo coordinado y armónico que no sólo está en sus competencias constitucionales y legales, sino en las obligaciones que le atribuyen subjetivamente la percepción general de profesionales, pacientes y de la sociedad en general.

Este tipo de cuestiones requieren una adecuada dotación de profesionales en las estructuras administrativas del Ministerio, tanto en las diferentes Direcciones Generales del departamento como en la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Esto es así ya que desde 2012 y como consecuencia de las medidas restrictivas en la reposición de profesionales, Sanidad ha perdido unos 1000 efectivos lo que ha debilitado su capacidad potencial de liderazgo y de ejercicio eficaz de sus funciones y, además, ha sobrecargado el trabajo de los muchos y buenos funcionarios que el Ministerio dispone así como ha generado un sobreesfuerzo de los equipos directivos ministeriales, lo que hace más loable su tarea.

Pero este sobreesfuerzo no es suficiente; ya en marzo de 2017 hice una propuesta en el Senado para desarrollar un plan estratégico de recursos humanos para recuperar y adaptar la plantilla del Ministerio de Sanidad a los desafíos de los nuevos tiempos, definiendo el número de profesionales y el perfil competencial necesarios para el eficaz cumplimiento de las importantes funciones y competencias asignadas y afrontar así con garantías los desfíos del nuevo tiempo.

Se necesitan medidas a corto, medio y largo plazo que, además de dotar con el número adecuado de efectivos, contemplen también las garantías de formación continua e independiente de los recursos humanos disponibles en cada momento para asegurar la incorporación de los conocimientos y habilidades que sean necesarios gracias a nuevos avances científicos y tecnológicos; en la actualidad, asunto de importancia con nuevas terapias e innovación disruptivas, lo que llevaría a priorizar la mejor dotación en organismos como la Aemps para asegurar la máxima agilidad y efectividad posibles en la elaboración de los informes de posicionamiento terapéutico (IPT), tan útiles y necesarios para una práctica asistencial eficiente y de calidad. Por eso considero que, con visión estratégica, hay que ponerse manos a la obra.

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