El parqué
Jaime Sicilia
Sesiones en negativo
Diario DE LA dÍa/No hace mucho, cuando el aire era más respirable, Benito Pérez Galdós fue motivo de controversia entre dos de los escritores españoles más renombrados: Javier Cercas y Antonio Muñoz Molina. A cuenta del centenario de su muerte, del año Galdós, claro. Hemos venido a acordarnos de él, como de tantos otros, en otro Año Tal. Los años llevan camino, si no lo están haciendo ya, de tener apellidos en vez de números. El de este 2020 es evidente. No será el del año de la peste, que ya está adjudicado. Será el Año del Coronavirus. Nada original, pero así lo recordaremos.
Bueno, a lo que iba: Galdós. Parece que Cercas minimizó, o redujo, o relativizó, o dijo que no es para tanto lo de Galdós. Que está muy bien, sí, pero que su herencia no es para tirar cohetes. Muñoz Molina no pudo reprimirse y escribió todo lo contrario: salió en defensa del autor de Nazarín y reivindicó la figura y la obra del escritor canario. Fue una trifulca civilizada, claro. Tanto, que puede que resultara aburrida para los que prefieren el trancazo y el degüello, el escupitajo -incluso estos días- y la bilis. Pero no era un combate del último premio Planeta contra quien lo obtuvo en 1991. Todo venía a cuento por un tercero. Mejor para él. Tanto uno como otro, JC y AMM, han contribuido en su medida y a su manera a fomentar el interés por Galdós.
Es lo que se deduce de los números de la red de bibliotecas públicas de Sevilla, que ha puesto a disposición de los ciudadanos para estos días de encierro hasta 2.757 títulos. De este catálogo, Bailén y Trafalgar, de los Episodios Nacionales, han sido los libros electrónicos más descargados en marzo . El maestro del realismo español, sí, el decimonónico Galdós, es el más preciado en los dispositivos del siglo XXI, que no reservan sus mejores puestos para narraciones de ciencia ficción ni para el cyberpunk. Las tablets y otros artefactos se enchufan a las aventuras del joven gaditano Gabriel de Araceli y la cuarta y la primera entrega de la obra galdosiana están en los primeros puestos del podio.
Ya sea por el centenario de la muerte del escritor y tal vez debido a esto por la consiguiente recomendación de maestros y profesores a alumnos antes de que las aulas quedaran vacías, el caso es que esos libros, con los que algunos de mi generación nos enrolamos por primera vez, como el rapaz De Araceli en el Santísima Trinidad, en la lectura de novelas, se aplican en unos cuantos hogares como el mejor medicamento contra el aburrimiento que quiere imponer el bicho. Se alegra uno por esta circunstancia, y también por el efecto mimético que provoca la noticia. Voy a buscar Trafalgar. ¡Dios, qué batalla! Nelson, Churruca, Gravina, Cisneros... ¡Virus a mí!
En esos ebooks, el primer autor no español es Poe. Otro hallazgo mayúsculo de los días de juventud. Pero ese prefiero dejarlo para la madrugada.
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