Análisis

santiago cordero

Ganan o los matamos

El fenómeno ultra vuelve a repuntar

Hace unos días pudimos ver la imagen de una pancarta en televisión en las afueras del estadio del histórico equipo chileno Colo Colo. Los ultras de este equipo gritaban amenazas ante la pancarta que rezaba "Ganan o los matamos". Y es que Colo Colo estaba a punto de perder la máxima categoría por primera vez en su historia. Al final ganaron.

En Francia, el partido que debió disputarse a finales del pasado mes de enero entre Olympique de Marsella y el Rennes tuvo que ser aplazado a raíz de los altercados violentos causados por varios cientos de hinchas del club marsellés en su ciudad deportiva para protestar por la gestión del club.

El pasado fin de semana, la Premier inglesa decidió hacer frente a los abusos en redes sociales que tanto clubes, entrenadores, árbitros y jugadores viene recibiendo, con amenazas de muerte para ellos y sus familias incluidas.

La violencia en el fútbol parecía algo superado. Atrás habían quedado las décadas en que el movimiento ultra acaparaba poder dentro del fútbol. Al menos en Europa, los grandes clubes pasaron de apoyar a sus 'niños malos' a intentar erradicarlos. Los casos más sonados, por la grandeza de los clubes, fueron Real Madrid y Ultra Sur, o Barça y Boixos Nois.

En los 80 no había club que se preciara que no tuviese su panda de 'descerebrados' que, alardeando del amor a unos colores, se dedicara a implantar la violencia por donde quiera que pasara.

La moda se trasladó de Primera a Segunda, de Segunda a Segunda B, de Segunda B a Tercera, en incluso en cualquier club de regional tenía sus ultras matones. Niñatos que se tapaban la cara, se metían en medio de una piña de compañeros y dentro de la masa insultaban, apedreaban y combatían en nombre de sus colores.

Todo eso parecía haber desaparecido o al menos tenerlo suficientemente controlado. Pero esta gentuza sigue viva, a lo mejor no son los mismos, los niñatos de entonces son señores que llevan chaqueta hoy en día y tienen familia, pero si no son ellos, que algunos siguen siéndolos, son nuevos niñatos. Los últimos acontecimientos demuestran que hay un resurgimiento del movimiento ultra.

No solo en el fútbol, que no deja de ser un fiel reflejo de la realidad, sino en nuestra vida diaria. Estos últimos días, en nuestro país, cualquier excusa, cualquier causa, puede que incluso alguna justa, es suficiente motivo para convocar una manifestación y acudir a ella con pasamontaña y con mochila llena de bolas de hierro y armas, porque muchos de ellos ven en la manifa una excusa para ir, ciento por ciento dispuesto a entrar en batalla en grupo y con la cara oculta.

Yo que viví en mis propias carnes y en la de mi familia la percusión de esos niñatos en los 90, niñatos entonces hoy señores con chaqueta. Solo puedo sentir asco por todos los actos violentos, sean amparados en causas justas o no, que de manera premeditada estén realizando diferentes grupos, ya sean de izquierda, de derecha o antisistemas, en nuestro país. Esa gentuza solo se merece la cárcel. Nuestra democracia hace aguas por muchos lados, pero la violencia añadida solo la daña más y más.

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