La huida de comercios del centro es práctica arraigada en Jerez. Recuerden si no el caso de la cadena de hamburguesas norteamericana que hace ya bastantes años echó el cerrojazo en Los Cisnes, convirtiéndose en el primer local de la firma en cuestión en cerrar en España. Desde entonces, son muchos los comercios que se han quedado en el camino o se han trasladado a las grandes superficies de la periferia, en las que se concentra la actividad comercial al abrigo de alquileres mucho más económicos y, sobre todo, de otras ventajas como la facilidad para aparcar. No hay mucho que pensar. El coche privado hace tiempo que perdió la batalla del centro. Aparcar en superficie es un milagro y hacerlo en los subterráneos sale caro. La expansión en horizontal de la ciudad tampoco ayuda al transporte público, cuya red deja mucho que desear -rara es la línea, por ejemplo, que funciona más allá de las diez de la noche, por no hablar de averías, frecuencias...-. El centro está despoblado y los jerezanos son poco dados a hacer ejercicio -pedalear, caminar...- para trasladarse. Hagan las cuentas.

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