Análisis

Joaquín Aurioles

Incentivos fiscales y política regional

Andalucía es una región atrasada dentro de España. Tanto como hace cuarenta años, aunque con bastante más paro que entonces. Al comienzo de la democracia hubo muchos estudios sobre las causas del atraso secular de Andalucía, pero muy pocos interesados posteriormente en una explicación convincente y desinteresada del fracaso de las políticas que habrían debido corregirlo. Introduzcamos la perspectiva de la política regional en el debate sobre la autonomía fiscal de las comunidades, que tanto preocupa en estos días, y apoyémonos en Myrdal para hacerlo

Gunnar Myrdal fue un economista sueco del siglo XX que podríamos calificar de izquierdas y que recibió el Premio Nobel de economía en 1974. Sus primeras investigaciones en el terreno de la economía monetaria y la estabilidad de los equilibrios en economía dieron paso a su interés por la pobreza y el subdesarrollo tras la segunda guerra mundial. Entre sus obras fundamentales están Un dilema americano (1944) y El reto de la sociedad opulenta (1962), en las que se interesa por el problema racial en Estados Unidos. Entre ambas publicó Teoría económica y regiones subdesarrolladas (1957), en la que levanta su teoría sobre la causación circular acumulativa. La dinámica acumulativa propia del crecimiento lleva a concentrar los sucesivos impulsos en aquellas regiones donde se produjeron los anteriores, provocando que, si los gobiernos no intervienen, las diferencias entre regiones desarrolladas y subdesarrolladas tiendan a ampliarse. Fenómenos como el racismo y la desigualdad de oportunidades para la población negra en Estados Unidos también pueden ser explicados desde esta perspectiva.

El problema no se resuelve ofreciendo a negros y a regiones subdesarrolladas las mismas oportunidades que a blancos y a regiones desarrolladas, porque estos parten de posiciones de ventaja (educación, capital, productividad, etc.) para apropiarse de las que se presenten. Si se trata de igual manera a desiguales, el resultado será el aumento de la desigualdad y, si los gobiernos no hacen nada por evitarlo, los impulsos de crecimiento tenderán a concentrarse en las regiones más prósperas y a marginar a las atrasadas. Myrdal propone la discriminación positiva a favor de las regiones subdesarrolladas vía incentivos fiscales y financieros y algo parecido para frenar la marginación de la población negra en EEUU.

La política regional europea se dotó de una batería de estímulos financieros para favorecer la inversión en las regiones más atrasadas (Objetivo 1) y el resultado fue una reducción significativa de las diferencias entre las regiones españolas y las europeas. Al Gobierno central correspondería montar un sistema de incentivos fiscales a la inversión en esas mismas regiones, pero en España hace tiempo que desapareció el interés por la política regional y los desequilibrios territoriales internos se mantienen intactos desde hace décadas. El drama ético es que tanto el gobierno central como las regiones ricas se oponen a que una región atrasada como Andalucía decida utilizar sus propios recursos para generar una discriminación favorable que le permita salir del pozo en el que lleva tantos años.

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