Hay que reconocer que quienes hayan decidido meterse en política en los últimos años deben estar muy seguros de su condición humana y de su integridad moral. No son tiempos fáciles para los políticos, con una sociedad que les mira desde el primer instante en que deciden dar el paso, dispuesta a revelar hasta el último detalle de su vida anterior. Lo malo es que a veces se revelan asuntos que poco tienen que ver con la capacidad de participar en la gestión de la cosa pública. La Fiscalía Anticorrupción ha desarrollado una labor enorme en el país. Lo que hace años parecía un terreno abonado para la sinvergonzonería ha pasado a ser un terreno repleto de minas, de controles a sobrepasar con todos los 'papeles' en regla. El político de hoy en día debe temblar cada vez que firma un documento. Quizás esa rúbrica le conduzca a la cárcel. Quizás no. Los alegres y locos tiempos han pasado. Han llegado los tiempos en los que más vale tener al lado un buen equipo que a los amiguetes de siempre. Que luego pasa lo que pasa.

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