Análisis

Álvaro R. Doña

Irresponsabilidad en el neg(ocio)

En medio de una incertidumbre igual -o mayor- que la que vivimos durante el estado de alarma y su respectivo confinamiento total, hay un asunto que los jóvenes difícilmente perdonamos. Salvando algunos casos de verdadera responsabilidad -o de la hipocondría más extrema-, el ocio nocturno es ese talón de Aquiles de la capacidad que tenemos de comportarnos al cien por cien a la altura de las circunstancias. Más aún en una época en la que las terrazas hacen un llamamiento diario para que la gente salga a disfrutar de lo que a principios de año no suponía ningún peligro.

Desde que se levantaron las restricciones a bares y discotecas y fue entrando en ellos la nueva normalidad, con sus respectivas 'medidas de seguridad para evitar rebrotes que nos vuelvan a encerrar', poco a poco los jóvenes -y no tan jóvenes- hemos ido olvidando ligeramente la realidad del coronavirus. Si nos trasladamos a Andalucía, este 'olvido' ha tenido su máximo exponente en una fiesta en una discoteca en Córdoba, donde los contagiados rondan el centenar.

Es aquí cuando la responsabilidad social que, en mayor o menor medida, muchos y muchas nos saltamos, encuentra un enemigo añadido en cada rato en una discoteca o un bar: la 'libre interpretación' que los bares y establecimientos de ocio nocturno hacen de las directrices que envían desde Sanidad.

Si bien es complicado controlar que todo el mundo use mascarilla, evite el contacto directo con amigos y conocidos o mantenga la higiene de manos expuesta en la teoría, no lo es tanto el hecho de que los bares y discotecas controlen sus aforos y cómo la gente se comporta dentro de ellos. No es lo mismo que un 'segurata' se pase toda la noche separando a pequeños grupos de personas dentro del local que limitar la entrada a este cuando ya no haya más mesas libres. Tampoco que un baño sea usado por cientos de hombres y mujeres sin ser desinfectado en toda la noche que el hecho de que haya una persona limpiándolo cada vez que alguien lo usa. Detalles que demuestran que la viabilidad del ocio depende más de lo que creemos de nuestros actos... y de los de los establecimientos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios