Un juez valiente en Granada ha tenido la osadía en esto del género de buscar con sus resoluciones justicia y verdad. Lo hacen la mayoría de los jueces de este país-cierto-pero cuando el asunto es tan mediático esa actitud se vuelve no pocas veces heroica. El caso de Juana Rivas- Juana está en mi casa, en la de media España- no es sólo mediático, ha sido y es la bandera de una forma distorsionada de ver la realidad: que a ella siempre hay que creerla por encima de cualquier otra consideración.

Nunca nadie gozó de tanto apoyo como Juana Rivas: Rajoy y el actual Presidente del Gobierno y decenas de políticos e instituciones se sumaron sin un mínimo rigor a la tesis de la víctima maltratada. Flaco favor para las de verdad. Lo que sabemos estos días por el Auto del Juez Piñar te deja tiritando. "Este Juzgado ya emitió el parecer sobre el peligro que para los hijos representa la acusada en un informe contrario al indulto y ya no sabe cómo hacer que llegue al conocimiento de los restantes tribunales, y por supuesto del Gobierno, que, estando los hijos bajo el cuidado y custodia de la madre, uno de ellos fue abusado sexualmente, según dictaminó la pediatra, un forense y manifestó el propio menor".

De espeluznantes califica el Juez las fotos que constan en la causa. La respuesta del Ministerio de Igualdad- que se merece una querella de proporciones considerables- es que el Juez Piñar incurre en violencia institucional. Nuestra maltrecha comunidad necesita de conductas como la de este Magistrado que rechaza la detestable conveniencia política de una Tribu que ha hecho del Hermana yo si te creo un dogma que etiqueta a los que la cuestionan de peligrosos machistas.

El Gobierno tuvo que conocer los abusos al tramitar el indulto. Aun así calló. Este es el nuevo feminismo, el de Juana y sus miles de crédulas hermanas.

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