Este berenjenal político que se ha liado en Cataluña bien podría calificarse como un juego de gallinas en contraposición al juego de patriotas'que ambos bandos defienden. Al de Madrid cabría decirle que no debe preguntar al de Barcelona si declaró la independencia porque, de hecho, lo hizo. Al catalán cabría recordarle que es cándido más que candidato (de hecho no lo fue), que se ha convertido en una especie de tonto útil al que empujan a la cárcel aquellos que desean la independencia pero sin ver sus huesos dentro de la cárcel. Por sacar algo positivo de este embrollo destacaría dos asuntos. De un lado que ya sólo un periódico catalán sigue jaleando a favor de una independencia que ha costado una millonada. Hasta hace un mes eran multitud los voceros insensatos. En segundo lugar, que los hechos nos están radiografiando Cataluña y jamás antes habíamos tenido la oportunidad de comprobar hasta dónde se ha alimentado a la fiera, como magistralmente resumieran en su inigualable viñeta de este diario Miki y Duarte.

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