YA sabemos que las redes sociales han cambiado la forma de entender la comunicación que teníamos en el pasado siglo. Entre otras cosas, se ha producido una reorganización del reparto del poder de influenciar e intervenir en la construcción del pensamiento colectivo imperante. Los ‘mass media’ o medios de comunicación de masas (televisión, radio, prensa, cine)  y, por ende, periodistas, publicistas, políticos y empresarios, se han visto muy amenazados por los llamados ‘influencers’, ‘streamers’, ‘instagramers’ y toda una amalgama de nuevos comunicadores o creadores de contenidos, como a ellos les gusta decir, que han aparecido en el entorno de internet en este siglo XXI.

Por mucho que se cabreen los periodistas que han chupado del bote, porque a los buenos esto ni les va, ni les viene, Ibai Llanos y similares quieren comerse el mundo. Los Roncero y compañía tienen los días cumplidos, no ya como periodistas, sino en sus últimos papeles de marionetas del circo mediático. Ya solo les queda (en la televisión en abierto) el vociferar cual ultra inculto, dejando muy en el olvido el papel del verdadero periodista.

Está claro que aunque le pese al viejo ‘status quo’ imperante, esta nueva forma de comunicarse y estos nuevos comunicadores han llegado para quedarse y, probablemente, para cambiar el paradigma de la comunicación. Todo esto es aplicable a cualquier ámbito de la vida, ya sea la política, la cultura o el deporte. Justo en estas fechas estamos presenciado la lucha entre lo viejo y lo nuevo.

Pero todo lo nuevo no es necesariamente bueno, de ahí que existirá un ajuste que debería facilitar una mejor calidad de la comunicación, aunque las malas artes también luchan por dominar el panorama e imponer la desinformación de manera interesada y mezquina.

Recientemente, Piqué, que entendió estos cambios desde el principio, junto a Ibai Llanos, al que le ha dado el empujón definitivo al estrellato, ha organizado un campeonato de fútbol siete en el que han introducido una serie de normas nuevas, según ellos, para hacer los partidos más atractivos, como el saque inicial de centro al estilo del waterpolo. El caso es que la retrasmisión de la denominada Kings League a través de Twitch ha tenido  una audiencia superior a los 300.000.

Uno de los jugadores dijo algo así que cuando el juega en tercera RFEF lo ven como mucho 1.000 personas y aquí los ven 300.000. La Kings League y otros eventos similares son la punta del iceberg de lo que está por llegar. ¡Ah! Por muchos intereses en contra que existan, las audiencias de estos acontecimientos son principalmente adolescentes, es decir, ¡Tiempo al tiempo!