Si comparas en Navidad la NBA o la Premier inglesa con la Liga española, hay algo que sorprende: mientras las dos primeras no paran sus competiciones en estas fechas, la Liga Santander cierra una semanita por vacaciones. Los jugadores de los equipos españoles hace años que se ganaron el derecho a volver a casa por Navidad.

La AFE vendió como un logro en pos de los derechos de los trabajadores del fútbol, mientras que la NBA o la Premier consideran que el negocio, el espectáculo y sobre todo los deportistas son unos privilegiados que más que trabajadores deben ser considerados altos ejecutivos y por tanto, obligados a hacer crecer su negocio.

En Navidad, niños y niñas cogen vacaciones escolares, en Estados Unidos pueden ir a ver a Lebron James y compañía; en Inglaterra también pueden disfrutar de un partido del Liverpool o del Manchester. En España esto no es posible porque los futbolistas son trabajadores y, como todos, tienen derecho a sus vacaciones.

Desde hace poco, el salario mínimo en España está en 10.800 euros/año (900 euros/mes), mientras que en la LFP es de 150.000 euros anuales. De Messi o Ramos ni hablamos. Pero estos pijos del deporte lucharon por sus derechos y se ganaron sus vacaciones navideñas. Los peloteros españoles, que tienen sus vacaciones por convenio, tendrán a sus disposición durante esta semana a personas que les sirvan en restaurantes, que les limpien las habitaciones, que les atiendan en un hospital en caso de enfermedad, que mantengan sus calles limpias y seguras. Probablemente la gran mayoría de estos currantes, ellos y ellas, tendrán un contrato basura, temporal, de media jornada, y por el que no llegarán a cobrar más de 300 euros.

Entre unos y otros existe una sutil diferencia: cuando a los trabajadores pijos del fútbol español se les acaben sus merecidas vacaciones, por supuesto ganadas por derecho tras años de lucha laboral, miles de trabajadores y trabajadoras en nuestro país, una vez terminadas las fiestas navideñas, cogerán vacaciones forzosas, volverán a engrosar la lista del paro y si tienen suerte, accederán a alguna prestación que les ayude a intentar llegar a final de mes con poco más de 400 euros.

Hace poco escuché decir a alguien que los futbolistas profesionales de Primera vivían en una burbuja, mimados, creídos y ajenos a la realidad de lo que les rodea. Entiendo que ese tipo de generalización está fuera de lugar. Futbolistas, como en cualquier otro colectivo, los habrá de cualquier condición, muchos además están comprometidos con los problemas de la sociedad. Eso sí, sigo sin entender el 'Cerrados en Navidad por vacaciones del personal'.