Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

Los Mosqueteros

Uno para todos y todos para uno

EN este mundo hedonista tan necesario para la supervivencia del capitalismo, estamos obligados a consumir superhéroes, destruirlos y volver a crearlos. Porque de esta manera tendremos quien nos diga qué vestir, qué comprar, qué música escuchar, tendremos nuestra imagen aspiracional que nos guíe como a las ovejas en su rebaño.

El Mundial de fútbol es uno de los máximos eventos que existen para la fabricación y, al mismo tiempo destrucción, del superhéroe actual. Desde el primer momento se busca al mejor jugador por encima de todo lo demás. Mbappé quiere destruir a la vieja guardia, porque la gente está cansada de tanto Messi, Cristiano e incluso Neymar. Es curioso que el debate esté casi en exclusiva en este punto. Pero así de voraz y de cerrados nos ha moldeado el sistema.

La España de Luis Enrique como lo fue antes la de Luis Aragonés y Vicente Del Bosque, está en el mundial aparentemente sin ninguna estrella rutilante. Son más un equipo en un deporte de equipo. Utilizando la frase que terminó de inmortalizar Alejandro Dumas en su obra Los tres mosqueteros, “Uno para todos y todos para uno”, la selección española abandera  ese espíritu solidario y nada engreído como señas de identidad propia.

El grupo por encima de cualquier individualidad es algo que se palpa en el campo, en los entrenamientos o en cualquier entrevista. No sé hasta dónde llegará España, pero lo que sí sé es que solo actuando bajo estas premisas consiguió algo en el pasado. El perfil mediático de Iniesta o Xavi hizo que incluso ganando el Mundial de Sudáfrica, Messi y Cristiano seguían acaparando focos y premios individuales. Nike y Adidas invertían mucho dinero en sus superhéroes, como para reconocer que el talento de los nuestros estaba en aquel momento por encima de cualquier otro en el mundo.

Por último, al margen de todo lo dicho, es increíble pero cierto, Cervantes ya nos definió en ese Don Quijote que casi nadie ha acabado de leer. Somos un país cainita, deseando cada día que Luis Enrique tropiece para enterrarlo. A veces me da la sensación de que en España, sobre todo, muchos periodistas sufren cuando ven ganar a la selección. En Inglaterra a cualquier pirata le hacen un monumento o una plaza y aquí no honramos a los nuestros porque era vasco o catalán o madrileño o andaluz. Recuerden, se puede ser español de derechas o de izquierdas, monárquico o republicano, incluso hasta si apoyas a Luis Enrique. ¡Viva España!

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