No sólo los fuegos son de artificio. Las luces también lo son. Especialmente en este tiempo prenavideño. No hay programa de 'relleno' de televisión que estos días no aporte datos acerca del despliegue lumínico que la clase política lleva a cabo por todos los rincones de España. Con decirles que el árbol de Navidad de Vigo compite con el de Valladolid como el más alto de la 'piel de toro' se lo digo todo. Al último tuve la oportunidad de verlo. Impresionante realmente pero, en fin, ¿para qué?. Los artificieros, en estos casos (Jerez mediante) no son los técnicos de Ximénez, empresa andaluza digna de reverencia, sino los políticos. En muchas ocasiones pretender ocultar bajo millones de kilowatios la mala gestión desarrollada. Las luces en lo alto parece clamar a los cielos "¡mirad lo que soy capaz de hacer!" callando las inutilidades, malos pasos, transgresiones y malas prácticas de los años anteriores. ¡Año de elecciones, iluminación navideña de escándalo! No falla. Aunque a veces son tan torpes que ni para eso valen. Qué pena.

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