Me encantan esos lugares -llámese tabanco, bar o tasca- donde reina el 'buenrollismo'. Establecimientos donde, sin ser los más lujosos, ni los que más variedad de productos tengan, te piden a gritos volver al día siguiente. En el flamenco se dice que cuando un artista tiene un don especial o diferente tiene duende. Lo mismo ocurre con estos lugares, donde el duende que tienen dentro te atrapa. ¿La clave? Sus personas. Aquellos que se dan cita sin quererlo y comparten ratos de alegría y de conocimientos. Además, todos ellos suelen cumplir el mismo patrón: el buen hacer de sus camareros. Un bar puede tener la cerveza que te guste más o menos, o puede tener las tostadas con mayor o menor calidad, pero si hay algo que te hace volver es el buen trato, la cercanía de sus trabajadores. En Jerez, por suerte, tenemos muchos tabancos y bares de este tipo. Los primeros que se me vienen a la cabeza y que ejemplifican a la perfección este artículo son La Moderna y 'Er Rubio' de la Constancia. Ambos conocidos por esto mismo que les describo.

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