Luto en Jerez, en Andalucía y en España por la muerte de Manuel Ríos Ruiz. Ríos Ruiz era muchas cosas, pero por encima de todo era uno de los más grandes estudiosos del flamenco que hemos tenido en la corta historia conocida del Arte Gitano Andaluz (que diría Antonio Mairena). Era ensayista, periodista, investigador, miembro de número de varias academias, director de La Estafeta Literaria y de La Serneta, fundador de la revista La Venencia y de la colección de libros del mismo nombre. Fue crítico de ABC, columnista de Diario de Jerez y director y presentador de aquel inolvidable programa de flamenco, El Cuarto de los Cabales, que durante años estuvo en lo más alto de las antenas de RNE. En 1972 fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura, y, por el conjunto de su obra poética, con el Premio Hispania de las Letras del Club Universitario Hesperia de Nueva York. Entre sus obras maestras, destacaría: Dolor de Sur; El oboe; Razón, vigilia, Elegía de Manuel Torre; Callejero Lírico Jerezano; Romancero de la Feria de Jerez; Figuraciones y Juratorio. Y más, mucho más, y mucho mejor. Pero donde Manuel Ríos Ruiz brilló con luz propia fue cuando demostró que el flamenco era su pasión, el "leiv motiv", su vida, su más íntima emoción. El legado que nos deja, con sus ensayos sobre el Cante Flamenco, su historia, sus protagonistas, es incalculable, quizá, inabarcable. Entre ellos: Introducción al cante flamenco; Diccionario de escritores gaditanos; Rumbos del cante flamenco; De cante y cantaores de Jerez; Aproximaciones a la tauromaquia; Jerez: del ayer al futuro; Ayer y hoy del cante flamenco, El gran libro del flamenco y Maestros del Flamenco. Pero su obra cumbre, donde demostró su sabiduría y su inmenso conocimiento de los entresijos de este difícil arte, fue en el Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco (en colaboración con José Blas Vega). Podía seguir citando libros, condecoraciones, distinciones, pero ya lo han hecho otros escritores antes que yo. Prefiero que sepan lo que opinaba de él, el gran poeta ceutí, Luis López Anglada, en una de las páginas de su libro Brindis (Colección Ángaro, año XXVII, nº 118, Sevilla, 1995): "Manolo, amigo mío: por qué el cante/sigue siendo lo mismo que antes era/y vibra igual el corazón delante/ de un polo, una romera,/una taranta o una petenera? Y terminaba este bellísimo poema dejando en el aire una interrogante de muy difícil contestación: "Manolo, amigo mío:/yo, que escuché a Mairena/y tú que al cante vienes de tan lejos/di: ¿Cuándo el son de la guitarra suena/por qué nosotros nos hacemos viejos/y no cambian el cante ni la pena?

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