Mi amigo Manué Morao, el Gitano Patriarca que me honra con su aprecio, está hoy más que nunca si cabe al lado del Cristo bueno, que llamamos Prendimiento. Y con él, en la distancia, su amigo que también fue Pastor bien sencillo y desde luego tan nuestro, que se empeñó en salvar para Jerez, de Santiago, ese templo que es refugio y fortaleza, de la Paz y el Sacramento, Pan que se nos da en el ara que es el mismo al que veremos, sobre su paso esta tarde por calles de nuestro pueblo…

Por eso, hoy todo el día, Manué que por esa hermosa imagen hinca su rodilla al suelo, sí que se siente preso; prendido y bien amarrado a su Cristo moreno, que es grito de los gitanos, la voz que clama en silencio, que no cabe más mansedumbre, ni más belleza, ni más tesonero empeño en pasar como de prisa entregándose a su pueblo…

Jerez hoy está amarrado, junto al olivo en el huerto, donde por querer salvarnos en soledad está sufriendo la agonía y el desprecio de esa turba que lo acusa, hoy como ayer con El hicieron, de engañar y soliviantar al pueblo…

Y cuando se alzan en vuelo, sus benditas manos desde ese paso soberbio, que lo lleva por las calles, consolando y bendiciendo, como mi propio hijo dijera, pregonando en Villamarta este inexplicable misterio, hace ya bastantes años: "pues por aquel barrio saben, que Dios habla a los flamencos, cuando vuelan por Santiago, las manos del Prendimiento…"

Suenan sonoros compases de guitarra de ese genio, que hoy en la soledad del relicario que es templo, sentado junto a su Cristo, seguro le está pidiendo por Rafael y Maora, por tantos como se fueron, que guarda en sus adentros, como se guardan las cosas que forman nuestros recuerdos…

Con mi abrazo, amigo mío, de los gitanos ejemplo…