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Análisis

manolo fossati

Milagro aquí

Para estas cosas, la Iglesia es muy seria. Y ya se ha puesto en marcha una comisión

Hay noticias que nada más salir se convierten inmediatamente en el suceso del año. La Iglesia está investigando la existencia de un posible milagro en San Fernando. Ya ven. Al parecer, una mujer curó de un cáncer irreversible gracias a la mediación del Beato Marcelo Spínola, nacido también en La Isla. Para estas cosas, la Iglesia es muy seria. Y ya se ha puesto en marcha una comisión encargada de dictaminar si esta curación ha sido efectivamente milagrosa, y en caso de conclusión afirmativa elevaría un peldaño, hasta el podio de la santidad, el estatus del Beato isleño.

Me admiran estas cosas, como salidas de otras historias. Un grupo de curas y seglares investigando, indagando, suponemos que hasta la saciedad, en la vida de la persona objeto del milagro, buscando posibles inventos y mentiras, corroborando certezas y descartando alucinaciones o evoluciones naturales de una enfermedad terrible. Me pregunto ¿habrá en esta ocasión también abogado del diablo, la figura del aguafiestas inmortalizada en la novela de Morris West, que se dedique a poner pegas y a buscar contradicciones a las supuestas maravillas obradas por Spínola?

Daría con gusto un gran óbolo por poder participar en esos trabajos, aunque fuera sólo como un Watson cualquiera al lado de los investigadores, o incluso como simple espectador de las reuniones y deliberaciones. ¿Existirán presiones en una u otra dirección? ¿Hay miembros de la comisión más crédulos que otros? ¿Puede depender la proclamación de la santidad de un hombre del celo o de la desidia de los investigadores, o de uno solo de ello? A fin de cuentas, si alguien es o ha sido santo ¿no es Dios quien lo sabe y no puede insuflar simplemente esta convicción en los comisionados?

Enigmas, misterios, dilemas en los que es difícil no preguntarse si merece la pena dedicar tanto afán. Y en fin ¿para qué sirve un santo?, ¿para tener alguien más a quien venerar, para contar con otro valedor en el cielo, para encargar otra imagen, para ahuecar otra hornacina en el superpoblado altar de la santidad?

En fin, asuntos que no son de mi incumbencia ni mi competencia, y seguramente tampoco de mi inteligencia. Con santo nuevo o no, que el cielo nos dé a todos un nuevo año menos doloroso. Feliz 2021

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