De los políticos poco se puede esperar. Y menos que nos cuenten una verdad aunque sea por despiste. La Junta de Andalucía, a través de su consejero de Salud, ofrecía la fecha de septiembre como posible para ver pasos en las calles. Habría que darle la misma credibilidad que al presidente Juanma Moreno cuando casi aseguraba que habría Semana Santa en Andalucía en 2021.

Por Sevilla muchos imploran al recién estrenado arzobispo Saiz Meneses que las procesiones para cuando. La diplomacia la cuida la Iglesia de maravilla y de un capotazo por alto, los medios sevillanos, salían contentos y casi con la seguridad de que en septiembre podría ser el momento escogido.

Las tertulias sevillanas se animaban y algunos jóvenes informadores que se enteraron por la Wikipedia que Filiberto Mira fue un periodista cofrade que también informaba de toros -tocamos madera-, pontificaban y colocaban el sambenito correspondiente abriendo el mar cofrade en dos mitades. Místicos y capiroteros.

Los místicos son los que durante estos meses de agonía han abogado por ser cautos, obedientes y orantes por los muchos sufrimientos que ha habido en esta guerra contra el virus. Del otro lado, los capiroteros. Estos son los que defienden a ultranza la finalidad de las cofradías que no es otra que la de salir a las calles contra viento y marea. "Las misas están muy bien, pero lo nuestro es sacar los santos a las calles", decía uno de ellos en una televisión local. Olé.

En el punto medio está la virtud que diría Santa Teresa. Los que han escogido la senda del misticismo sabemos que esto es pan para hoy y hambre para mañana. No hemos perdido la brújula y sabemos muy bien cuáles son nuestros fines. Antes que cofrades, cristianos. Así que esta guerra la ganaran tarde o temprano los capiroteros. Y yo, también, me alegraré.

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