Los que tienen el poder económico no son conscientes que el modelo de producción no está funcionando. El poder de las grandes empresas está por encima de la capacidad de decisión de los gobiernos. Estas grandes empresas cuyos voceros predican la dicotomía "Libertad o comunismo" saben que el sistema está superado por la realidad. Este sistema no tiene capacidad de disminuir la pobreza, ni en Europa, ni en el resto del mundo. Un sistema basado en la producción, en el consumo loco. Una pandemia ha mostrado la debilidad del sistema. No es suficiente la caridad.

Saben que el comunismo desapareció como sistema económico, saben que la corrupción empresarial empapa a multitud de gobiernos elegidos. Saben que las decisiones de los jueces están mediatizadas porque uno de los platillos de la balanza está dopado por ideología empresarial.

Políticos, líderes sindicales, influyentes religiosos hablan de modelo económico fallido. Proclaman el mismo diagnóstico, pero no tienen diseñado un nuevo modelo. El diagnóstico de inutilidad del sistema está aceptado. Este modelo no ha solucionado la desigualdad de oportunidades ni la valía por la capacidad personal. La pobreza ha llegado a los que incluso trabajan y toman iniciativas como autónomos. El sistema materialista trata a los trabajadores como instrumentos sustituibles. El planeamiento económico no piensa en la distribución de la riqueza.

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