Análisis

josé Martínez Olmos

Obesidad, problema social

No estamos acostumbrados a desarrollar políticas transversales

La obesidad es uno de los problemas más relevantes en la actualidad, tanto desde el punto de vista sanitario, como desde el punto de vista social. La obesidad tiene una enorme prevalencia en la sociedad actual y es, a su vez, un factor de riesgo para numerosas patologías como es el caso de diabetes, enfermedad cardiovascular, artritis o algunos cánceres.

Las consecuencias sanitarias de la obesidad requieren una respuesta eficaz desde los servicios sanitarios con una estrategia efectiva en el ámbito prevención, pero, sobre todo, en el ámbito asistencial; se trata de asegurar la mejor terapia con el fundamento más profundo en la evidencia científica, sin obviar nuevas terapias farmacológicas o nuevos abordajes quirúrgicos.

Hay un componente de estigma social en algunos tipos de obesidad que requiere un profundo trabajo de concienciación social para que en el futuro inmediato no exista discriminación a las personas obesas y se puedan evitar las consecuencias negativas que en todos los ámbitos de la vida de las personas afectadas se suelen producir.

Por supuesto que el abordaje preventivo tiene que formar parte de las estrategias esenciales frente a la obesidad. Pero es cierto que el trabajo para una prevención eficaz requiere de la cooperación entre sectores que tienen mucho que aportar al éxito de esos programas preventivos: sector salud, sector educativo, los medios de comunicación, las empresas de alimentación, las familias y otros muchos ámbitos relacionados.

La cooperación y el trabajo coordinado es el que, con una necesaria visión de medio y largo plazo, podrá dar resultados satisfactorios. Pero la labor preventiva ni es la única tarea que hay que desarrollar, ni es la única que puede dar resultados por si misma.

Pero la obesidad es un problema más social que sanitario o tan social como sanitario que solo puede tener un abordaje efectivo si implica a los sectores sanitario, educativo, social y económico.

Este contexto hace que la posibilidad de actuar con total eficacia sea de una altísima complejidad porque no estamos acostumbrados a desarrollar políticas transversales que generen dinámicas de coordinación y cooperación estables y sostenibles.

Una respuesta efectiva requiere un liderazgo compartido entre muchos sectores en el que sanidad debe tener un protagonismo relevante. Pero sin los otros sectores citados y sin los pacientes y la sociedad, poco se puede avanzar. Luchar frente a la obesidad y sus consecuencias requiere un esfuerzo sostenido y constante.

En la medida que la obesidad es un problema de salud grave y de gran prevalencia, y cuyas consecuencias son potencialmente graves tanto en términos de resultados en salud como en términos económicos, la obesidad es un problema de todos. Pero no es un problema solo sanitario.

Todo ello implica que es imprescindible trabajar para concienciar de su magnitud, sus factores condicionantes, sus consecuencias y sobre las medidas que pueden ser útiles, definiendo el papel de cada institución, de la familia y de la sociedad. Esa es ahora la tarea más relevante. Manos a la obra.

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