Desde hace algún tiempo, lo que empezó siendo una situación esporádica, el pan congelado en los bares, se ha convertido en la nota común en la mayoría de establecimientos hosteleros de la ciudad, principalmente a la hora del desayuno. Entiendo que será una cuestión puramente económica, y que las cajas de molletes congelados costarán mucho más baratas que comprar al panadero de turno el pan de panadería. La realidad es que cuando te sirven uno de estos, da la sensación de estar comiéndote un plástico, sin sabor ni nada por el estilo. Un ejemplo más de que hoy día nuestra alimentación está llena de conservantes y añadidos inncesarios. Como sigamos así, el oficio de panadero acabará por perderse, simplemente porque no tendrá sentido ese trabajo elaborado y artesanal realizado cada noche. Si ya de por sí cuesta encontrar un pan artesanal en condiciones, la moda del pan congelado no es más que un puntillazo al consumidor. Yo, de momento, prefiero pedirme pan de campo o de telera, sabe mucho mejor.

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