Vivimos unos tiempos en los que se presuponía que el mayor acceso a la información del que jamás ha dispuesto el ser humano iba a ser una especie de llave a la libertad. ¡Y un jamón! (con chorreras), que añadiría mi difunta tía abuela. Jamás nos habíamos visto tan expuestos a la escasa profesionalidad, a los argumentos basura y a la información infumable como hoy en día. "¿Sabía usted que si Papa Noel hiciera su trabajo en una sola noche tardaría 700 años en hacerlo?". Al redactor que escribió esto se le debieron tambalear los cimientos de la profesionalidad. Quizás por ello aportó que "y se gastaría un millón de euros en seguros". Todo vale con tal de llamar la atención y provocar el ansiado 'clic'. Ayer mismo por ejemplo se informaba de un niño que había perdido los dedos por un petardo... en Jaén. Pero este dato se omitía para que los jerezanos creyeran que había sido aquí, en la calle de al lado, pero era mentira. Debemos empezar a ser exigentes con lo que leemos. Si hacemos ver que nos gustan las boñigas acabaremos emboñigados. Y no es plan, oiga.

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