Análisis

Guadalupe Grosso Romero

Pemán y sus jóvenes amigos

Rodrigo García, el hijo de Gabriel García Márquez, ha publicado un libro maravilloso sobre sus padres que es a la vez triste y resplandeciente. Qué difícil escribir sobre un padre muerto, hay un pudor inmenso que es difícil traspasar. Nunca he escrito nada sobre mi padre y nunca pensé que la sombra de Pemán me hiciera dar este paso.

Gabriel García Márquez tenía claro que todos tenemos tres vidas: la pública, la privada y la secreta. Mi padre, Antonio Grosso Burnham (1931- 2018) tenía estos tres perfiles y dentro de su perfil secreto creo que estaba su relación con Pemán. No tengo muchos datos sobre ella, apenas algunos recuerdos de la infancia y alguna conversación durante sus últimos años. Y creo que no traiciono su memoria si hoy escribo sobre ella.

Me remonto a la mitad de los años 60, de ahí parten mis primeros recuerdos. El régimen de Franco se mantenía con el refresco de políticos más jóvenes como Manuel Fraga, Gregorio López Bravo y Federico Silva. En Cádiz, un grupo de 31 jóvenes profesionales de la burguesía con inquietudes democráticas vieron una oportunidad para empezar a hacer política en la nueva Ley de Asociaciones de 1964 y fundaron el que se llamó 'Grupo Institucional'. El acta de constitución, que mi padre conservó junto a algunos recortes de prensa de la época, la firman abogados del Estado, catedráticos, médicos, abogados, ingenieros navales, técnicos de Hacienda, consignatarios de buques, etc. Luis Jáudenes, José Ramón del Río, Álvaro y Rafael Cuvillo, Paco Manrique, José Ramón Pérez Díaz Alersi, Mariano de Retegui, Daniel y Guillermo MacPherson…, cito solo algunos nombres de aquellos jóvenes inquietos. Fue una historia muy breve, de la que tengo vagos recuerdos, entre ellos el miedo de mi madre porque nos habían intervenido el teléfono. El Grupo Institucional nunca llegó a ser legalizado, sus objetivos de "abrir la participación de la sociedad a la vida política", como reza en sus estatutos, fueron considerados inadecuados y peligrosos.

Gran parte de esta pequeña historia se fraguó en la Biblioteca de Pemán. Don José María era el presidente del Consejo Privado de Don Juan de Borbón y tuvo una gran responsabilidad en la evolución de la derecha conservadora hacia posiciones demócratas que luego abrirían el camino a la Transición. Él ejerció una tutela intelectual sobre estos jóvenes que también veían la restauración de la Monarquía Democrática como la única salida al Régimen. Y acogió a este grupo de idealistas que buscaron un resquicio de libertad en esta Ley que hoy nos haría sonreir.

¿Cómo serían aquellas tertulias…? Me encantaría asomarme por un pequeño agujero a su casa alta y blanca de la Plaza de San Antonio y espiar alguna de sus reuniones durante una tarde de verano. Me los imagino a todos con saharianas claras, algún sombrero panamá y probablemente tomando copas de buen jerez. Y hablando del futuro de España. También hablarían de literatura ya que Pemán mantuvo contactos permanentes con escritores e intelectuales de variado signo político.

El único 'secreto' que me confió mi padre sobre el tema, ya en sus últimos años, fue el relato de varios de sus viajes a Estoril con la misión de llevarle unos papeles a Don Juan por encargo de Pemán. El viajaba a menudo a Portugal por asuntos de la Naviera Vasco Gaditana fundada por mi abuelo, Antonio Grosso Portillo. Dentro de su portafolio iban mezclados en algunas ocasiones documentos y papeles secretos. Y contaba su emoción al ver a Don Juan, sus frases breves y cariñosas y como le preguntaba siempre por los compañeros de la Marina de su época de formación en San Fernando.

Hoy me entristece ver como se diluye el testimonio de esa burguesía que contribuyó tanto como los partidos progresistas a la recuperación de la democracia en nuestro país. Y dentro de esa nebulosa, el perfil 'secreto' de Pemán también se desvanece, arrastrado por una Ley aplicada por una ola de políticos radicales del siglo XXI que tanto nos recuerdan a aquellos otros que no dejaban que se moviera nada en el año 1966.

Me gustaría que la casa blanca de Pemán luciera de nuevo una placa, aunque esta vez sea efímera, quizás algunas flores o unas ramas de laurel. Y aunque su duración sea tan breve como fue la ilusión de aquellos jóvenes demócratas, que alguien escriba sobre alguna de sus paredes un grafiti, esa expresión contemporánea de libre opinión que a Don José María le habría interesado sin duda, con estas palabras: "Aquí conspiraron y hablaron sobre España, la Monarquía y la Democracia, José María Pemán y sus jóvenes amigos".

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