Análisis

Manuel Moure

Primavera política y verano incierto

C UANDO llegue el verano ya nada será igual en lo que a la política se refiere. Las elecciones generales de abril y las municipales de mayo conformarán un nuevo mapa político. La estación más bonita del año -es una pena que el cambio climático nos la esté dejando en nada- nos llega con rumor de papeletas en los buzones, con proclamas de mítines y con políticos dispuestos a darlo todo (me refiero a la mano, los besos y quizás hasta un bailecito) en la próxima Feria del Caballo para ayudar a sus compañeros de Jerez. Cuando el verano esté llamando a la puerta ya se sabrá (o al menos eso esperamos) quiénes serán los actores que gestionará la cosa pública los próximos cuatro años. Y como decía al principio, llegará el estío y habrá que organizarse para gobernar. Serán días de constitución de mesas, de órganos de soberanía en suma, siempre y cuando haya quien pueda hacerlo. Porque ya hay voces que aseguran que no será así, que las generales podrían incluso repetirse. Ojalá no sea así y que salga quien salga de las urnas lo haga de forma fuerte. Aunque eso hoy en día parezca una quimera.

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