El diferente, el otro o el extraño. El que es de otro país, otra religión, otra zona diferente, un equipo distinto o tiene unos gustos más extraños que los míos. El que grita viva Dios y el que dice Allah es grande. El que defiende a las fichas blancas y el que hace lo propio con las negras. Hay quienes son más pasotas y quienes se cabrean cuando tocan a 'su grupo', pero al final todos sentimos ese sentimiento de pertenencia. Porque, por desgracia, el ser humano para sentirse fuerte necesita pertenecer a un grupo -el de los nuestros- sobre todo para valorar a los de fuera -el grupo de los otros-. Tenemos un problema cuando generalizamos, porque es sinónimo de que no llegamos a pensar mucho más allá. Nos han dicho e inculcado aquello de "nunca cambies", para que no pertenezcas a otro grupo y tenernos bajo control. Pero solo deberíamos pertenecer a un solo grupo: el de las razones y el pensamiento. Porque, por supuesto, somos lo que defendemos. Y nada más bonito de defender que tu pensamiento.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios