La marca más potente que tiene nuestro país, el Real Madrid, pasa por un mal momento deportivo que obligará a tomar medidas expeditivas, y sin carácter de capricho, porque el club que parece que siempre gana (los detractores dicen que gana como sea) no puede perder tanto. Además de obsesionarse en sumar Champions y Ligas, y tener un estadio carísimo, el club con más seguidores en España tendría que revisar objetivos secundarios nobles como el fútbol femenino y abrirse de nuevo a otros deportes.

Todo pende y depende del criterio exclusivo y personalista del presidente Pérez, que como Pablo Motos tiene que tocar, probar, oler y dar su visto bueno a todo. Es tal su ego que es el único español que tiene un canal literalmente puesto a su disposición, Real Madrid TV, concesión en abierto del anterior gobierno y que se estrenó hace 18 años en las plataformas. El canal lo ha venido explotando la productora catalana (de capital internacional) Mediapro, dirigida por el irredento independentista Jaume Roures. Un señor que igual monta centros de prensa para referéndums ilegales, como exagera las cloacas, enseña en La báscula a los gordos andaluces cómo han de domesticar su dieta o le sostiene este no-do de merengue al señor Pérez. Una cadena con espacios como 90 Minuti, donde se adoctrina al buen madridista, crítico con el resto de medios. El equipo de Roures traslada los métodos del independentismo del TV3 al Real Madrid. El presidente es la sombra pegajosa, venezolana, que empapa el canal menos visto de la TDT.

Desde periódicos y poderes de la derecha se ha atacado mucho que un canal tan así como el madridista estuviera llevado por un tipo como Roures.

Mediapro dejará de producir Real Madrid TV y a partir de julio, con la nueva temporada, será Telefónica y Mediaset los que se encarguen del canal. A poco que lo aireen, y espanten el intrusismo interesado del presidente, les quedará algo mucho mejor.

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