Análisis

Ignacio García Pomar

Semana Santa de ayer y hoy (Primer viernes de marzo)

Todo ha cambiado siendo lo mismo. Hemos pasado de una celebración que bebía en las aguas de la intimidad de nuestras casas y familias a otra donde cualquier opinión difundida es conocida de inmediato en cualquier país del mundo, donde existen miles de grabaciones subidas a youtube, donde la sorpresa se refugia en una pantalla táctil de móvil o Tablet, y donde los círculos de opinión son abrumadoramente masivos.

La Semana Santa es y ha sido siempre una celebración eminentemente popular, pero que surgía en los ámbitos de cada persona y así se creaba y de esta manera se transmitía. Hoy, la emoción y devoción buscan refugio en esos ámbitos, pero en muchas ocasiones no lo encuentran, corriendo el peligro de difuminarse en una entelequia bellísima pero que no podría sobrevivir tan solo con el pilar de la estética. Si no hay base, no lo duden ustedes, esto se puede tambalear en un futuro.

Si las tertulias , foros, facebooks, tweeters y blogs varios devoran la oración, el contacto entre hermanos, las ganas de aparecer por la hermandad ya que todo lo tengo en casa con un click, la ilusión por la cuaresma porque ya la disfruto en agosto , septiembre y hasta en octubre, me temo que estaremos perdidos.

El abuso siempre es malo, y en nuestro ámbito aún más. Ya no existe la ilusión por un nuevo disco de marchas, contemplado hace años como un milagro patente, ya no nos embriagamos de gozo cuando el miércoles de ceniza escuchamos el "conviértete y cree en el Evangelio", ni siquiera se nos ocurre proponer la celebración de aquellas maravillosas exposiciones de estrenos que se convocaban en mitad de la calle larga, creo que en lo que fue la sede del Banco Popular. Es más, la pena de la nostalgia no es tan cruel hoy día, cuando se escapa de las manos el Viernes Santo.

Ahora vivimos en otro mundo, y la Semana Santa debe adaptarse a él, pero mirando hacia adentro y reclamando para sí toda la autenticidad que este orbe globalizado ensimismante, frío y digital se intenta comer sin ningún reparo. No podemos vivir al margen de lo que es la era tecnológica, más debemos tener claro que el Reino de quien nos mueve no es de este mundo, que la relativización de todo no debe tener cabida en esta esquina andaluza.

Por eso, mañana Viernes, Primer Viernes de Marzo, a pesar de las lluvias incesantes que nos anuncia internet, a pesar del frío que retrasa como un dique la primavera, a pesar del cansancio de la semana que transcurrió y a pesar de los pesares habrá filas innumerables de devotos que, con una paciencia impropia de estos tiempos, esperarán sin desesperar. En el casco antiguo, al refugio de una imperceptible cornisa que disipe las gotas o en el mejor de los casos tomando como parapeto un viejo muro del Jerez abandonado por todos nuestros políticos, esperará como digo, sin desesperar, para besar el pie del Señor de la Salud en sus tres caídas. Allí, en San Lucas, mañana sí se vivirá la Verdad como la entiende nuestra tierra, con el color mortecino de luces de candil en la intimidad de las miradas frente al Señor. Ningún Facebook podrá nunca transmitir el calor que la devoción transmite al mundo en una noche de tinieblas. Ningún escuálido tweet condensará lo inabarcable, y ninguna grabación de youtube podrá acercarse siquiera a la realidad.

Vayan a San Lucas y miren de frente a Cristo, porque mientras no le evitemos la mirada, estaremos salvados. Y de esto sabe un rato el pueblo de Jerez que cada primer Viernes de Marzo acude a hablar con Aquel que hace ya más de dos mil años, nos regaló la salvación y la Salud cuando se rompió las rodillas en sus tres caídas , destrozado por la sinrazón de la humanidad.

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