Se podría traducir por algo así como 'los muertos telefoneantes'. No es una tontería. Existen y están presentes en nuestras calles. Son perfectamente visibles. Todo ellos llevan un ligero arqueo de cuello y una mano a la altura de la oreja sujetando el móvil. Son seres curiosos... y peligrosos. Jamás puedes saber lo que hará, cómo se comportará, qué inexplicable movimiento provocará que pegues un salto al lado. Puede cruzar con el 'muñeco' en rojo, meterse bajo un autobús urbano o darse de bruces contra ti partiéndote dos dientes. La única solución que nos queda es caminar de forma zigzagueante evitándolos. Si a ello unimos los ciclistas que aman con toda su alma circular por las aceras y asustar a los peatones, así como aquellos que lo hacen además con los 'casquitos' puestos, el resultado es más catastrófico que cualquier escenario de la serie de la Fox 'The walking deads'. Los peatones 'normales' (es un decir, claro) hemos perdido las aceras. Nos están echando de ellas.

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