Los amantes del Carnaval, que en Jerez son muchos, viven con ansia estos días la llegada de ese febrerillo loco que les colmará de coplas, degustaciones gastronómicas y disfraces que les harán, por unos días, ser quienes son de verdad. Para los amantes de la Semana Santa, que son legión en este terruño jerezano, llega un tiempo raro, a medio camino entre la pasada Navidad y la próxima Semana Santa. Es un 'impasse' extraño que sólo viene a romper la celebración del magnífico Festival de Jerez. Ser cofrade (confieso que lo soy) es una de las mejores condiciones que un andaluz puede tener. He hablado con cofrades de Castilla y, ciertamente, nos miran con auténtica envidia por el arte que tenemos a la hora de representar la Pasión y Muerte de Jesucristo. Eso sí, hay algo a lo que jamás me acostumbraré: los 'jartibles' que cuando el niño apenas ha nacido ya están deseando "que crezca para poder crucificarlo". Hay que saborear cada tiempo, para evitar caer en el empacho y, sobre todo, en la pérdida de identidad. Ese riesgo... mejor no correrlo.

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