Análisis

j.m. morillo-león

Tortilla campera para Inés Arrimadas

Tenaz, la mar de tenaz y carismática, abandonista, aunque últimamente mosqueona e histriónica, ha vivido en sus carnes una intentona golpista en Cataluña. La asonada del 23F ni la olió, porque nació meses después en Jerez de la Frontera. Y como sabemos que no le gustan las revueltas, ni los revueltos, los huevos de este convite dominical los vamos a destinar en una tortilla campera, una receta que lleva en su alma los colores patrios de los ingredientes.

Comencemos. Picamos de forma contumaz y en trozos pequeños un poco de jamón y chorizo que salteamos en una sartén con muy poco aceite. Incorporamos un cuarto de cebolla, un diente de ajo y un pimiento morrón asado en tiras, que pochamos, o torramos, como si fuera Torra en el Parlament. Mientras freímos dos patatas grandes cortadas en dados, que escurrimos al finalizar su paso por la freidora. Las añadimos al sofrito junto a un poco de perejil picado, unos guisantes y mezclamos todo como si no hubiera un mañana.

Batimos entonces, impasible el ademán, media docena de huevos (+2), pero no los mareemos; salpimentamos y unimos la mezcla con el sofrito que volcamos en una sartén, hasta que llegue su epifanía y cuaje al gusto del Barbián de Ribera, que se va a añadir a la convidá.

Como se puede servir caliente o frío, dependerá de la bronca que toque esa semana contra el gobierno en funciones, para que el tortillón nos saque los colores, o por el contrario nos dé sosiego en una merienda nefelibata. Laus Deo.

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