Tengo un conocido que trabaja a turnos de mañana, tarde y noche. Créanme: hay jornadas en las que se levanta después de haber estado toda la noche trabajando y no sabe el día en que vive. "¿Hoy es lunes?", llega a preguntar, y no pocas veces le respondemos que no, "que es martes". En ocasiones tarda unos segundos en percatarse de no le engañamos. Su gesto lo dice todo. A muchos puede parecerles extraño el dato pero quienes trabajan de noche son verdadera legión. Llevar el pie cambiado con el resto de la sociedad tiene sus graves inconvenientes, como por ejemplo que estas personas son más propensas a enfermar. La sociedad siempre tendrá una deuda con quienes trabajan cuando los demás dormimos, ya sea para protegernos, atendernos si sufrimos una emergencia médica o estar pendientes de que el suministro de electricidad a nuestros hogares no sufre corte alguno. Los horarios se sacrifican por el bien común (y por una mejora de sueldo, que todo hay que decirlo).

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