Situada justamente en el centro de la calle La Plata y dentro del Barrio Viejo, se levantaba orgullosa "La Bodeguilla del Tío Nicolás". No presumía de instalaciones ni de decoración, solo de su representatividad dentro de su entorno. Era el centro neurálgico tanto del barrio como de la nueva barriada. Vamos como la City, como central, vital, fundamental, básica, esencial del Barrio. El Tío Nicolás estaba tan lleno de bonhomía que le salía por los poros. Era el paño de lágrimas de todas las personas que se le acercaran a contarle sus penas, y que él hacía parecer que fueran propias por el interés que mostraba en intentar ayudar en la parte que le fuera posible. Fue la sede durante muchos años del C. D. Plata, y posteriormente, de la peña Amigos del Plata, que cada feria instalaba su caseta en el Real. En la parte lateral del establecimiento tenía una pequeña ventana por donde despachaba a las mujeres. Entre las anécdotas de esta ventana podemos contar la de una niña que iba a comprar vino para guiso, pero su madre le había dicho que siempre se lo dieran fresquito. La primera televisión del barrio la tenía La Bodeguilla, con una salvedad, la tele funcionaba con monedas. Los primeros partidos de fútbol televisados despertaban tal expectativa que el aforo se quedaba pequeño. La duración de la retrasmisión por monedas duraba 30 minutos pasados los cuales había que depositar nuevas monedas. Durante la semana tenía su cuota fija de parroquianos, que no eran pocos, pero los sábados se desbordaba. Desde los jugadores del Plata que se pasaban por la sede que estaba en una habitación interior para firmar la convocatoria de los partidos, los cazadores con Marcelino a la cabeza que se citaban para ir a la laguna de Medina a tirar gallaretas, el que vendía los madroños de la sierra, Ernesto del Valle "el Neno", que venía de pintar los campos de fútbol de Santa Fe, etc. Todo un hormiguero de personas de un estatus variopinto que utilizaban el recinto como vehículo de comunicación social. Y todo esto debido al gran poder de convocatoria de una grandísima persona que empezó como carpintero y terminó como tabernero. Que Dios los tenga en su Santa Gloria. Bajo los tilos de la calle Pizarro vaya una copa a su salud.

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