Tranquilos. No voy a hablar de la covid. Para eso ya están las autoridades diciendo cada día una cosa distinta. Y el pueblo obedeciendo, ciegamente.

Hoy toca hablar de la viruela. Una enfermedad que mataba por cientos de miles en la Europa del siglo XVIII. Además, no distinguía entre ricos y pobres. De viruela murió Luis I de España. Un monarca poco citado en los libros de historia, que reinó siete meses, tras la abdicación de su padre Felipe V. También de viruela murió María Teresa de Borbón, hija de Carlos IV. En 1796, un médico rural inglés -Edward Jenner- probó y comprobó que el virus de la viruela vacuna -inoculado a seres humanos-, inmunizaba contra la enfermedad. Había nacido la vacuna.

Aunque López Obrador afirme que los reyes de España tenían por costumbre matar indígenas, y que se debe pedir perdón por ello, Carlos IV, quizás motivado por el fallecimiento de su hija, financió una Real Expedición Filantrópica para que fueran vacunados todos los súbditos del Imperio español. La descomunal empresa fue encomendada al médico de la corte, don Francisco Balmis. En aquella expedición fue enrolada Isabel Zendal, para el cuidado de los 22 niños huérfanos del hospicio de La Coruña que permitieron, mediante la transmisión sucesiva a cada uno de ellos, que el virus llegara vivo a ultramar. Para los puritanos, uno de los niños era hijo de Isabel. Se trata de la primera misión sanitaria internacional de la historia que, como gloria española, habrán estudiado en bachillerato… Por la 'jeró'.

Partió de La Coruña en 1803, en la corbeta María Pita y en tres años vacunaron toda América y Filipinas. Para ser los españoles unos genocidas asesinos de indios tuvieron una forma muy especial de demostrarlo. ¿Será que los actuales emperadores del mundo nos están demostrando su cariño vacunándonos contra la Covid? Miedo me da.

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