Jerez, dice la gente joven, es una ciudad aburrida en verano y lo es gobierne la izquierda, la derecha o el nacionalismo. Es como si por estos lares tuviéramos grabado a fuego que el verano es sinónimo de playa y agua y que sin estos dos elementos divertirse es imposible. Craso error. Desconozco si será el influjo de la cercana costa o la fuerza de la costumbre. Lo cierto es que más nos valdría seguir el ejemplo madrileño salvando las distancias. Cuando el escape a otros aires más frescos no es tan fácil como en Jerez el ingenio se agudiza. Y de qué forma. Poco a poco vamos llenando las calurosas noches del estío con actos de categoría que logran refrescar mentes y las almas. Son los casos del 'Tío Pepe Festival' o las 'Noches de Bohemia'. Pese a estos destacados festivales la juventud se sigue sintiendo condenada a coger el coche y salir fuera porque, dicen, "en Jerez no hay nada". Quizás sean los ojos con que los jóvenes miran la vida. O que los que no somos jóvenes ya hemos encontrado encanto en el sopor de una ciudad dormida.

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