Desconozco el momento en el que se corrió la voz de que para ser un buen militante de izquierdas había que ser más anticlerical que una carcoma de peana. Quizás acaeciera a la vez que muchos se anudaban la 'palestina' al cuello. Muchos pueden creer que ser anticlerical es algo inherente a sus ideas, pero están equivocados, seriamente errados. En estos tiempos en los que se interpreta la historia a conveniencia y se distingue entre asesinos malos y buenos, no estaría de más que muchos echaran la vista atrás y preguntaran a los viejos sindicalistas de CCOO (de esa casta de luchadores aún quedan algunos en la ciudad) en qué salones se reunían en unos tiempos en los que más de tres personas hablando ya se jugaban ir a la cárcel simplemente por estar juntos. También podrían preguntar quién iba a visitarles a los calabozos para dejar claro que no permitiría un solo maltrato. Las respuestas las anticipo. Son las Hermandades Obreras de Acción Católica (HOAC) y monseñor Bellido Caro. De bien nacido es ser agradecido... pero quizás haya pasado de moda.

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