Según el último decreto firmado por el administrador diocesano, Federico Mantaras, se suspenden -con buen criterio- los procesos electorales en las hermandades y todo tipo de cabildos.

El administrador no tiene ninguna culpa de que le haya tocado gestionar en medio de una pandemia a nivel mundial. Toca rescindir cualquier tipo de contacto social y era de esperar que se suspendieran cabildos en los que son más que probables las aglomeraciones.

La pandemia ha jugado un papel protagonista en el lío del Prendimiento que está más parado que la pirámide de Keops. Fue en febrero de 2020 la primera cita con tres candidatos. Antes, en octubre de 2019, el obispo Mazuelos decretaba el fin de la gestora y animaba a convocar elecciones. Tuvo lugar esta primera ronda cuando Pepe Lázaro y Carmelo Álvarez eran descartados por el obispo por "falta de eclesialidad". Todo un desaguisado cuya responsabilidad recaía en el delegado diocesano que no aportó ni un consejo derecho al actual ordinario de Canarias. Posteriormente, en septiembre de 2020, se repetían las elecciones con polémica incluida al dar el visto bueno el mismo Joaquín Perea a unos votos por correo donde hubo certificados médicos sin firmar y justificaciones de trabajo de personas cuyo único papel laboral era la tarjeta de demanda de empleo.

Por tanto, se declara a Pepe Lázaro, a tenor del decreto de Mazuelos de agosto de 2019, como uno de los hermanos mayores más longevos de las cofradías de Jerez con el permiso de Antonio Ruíz en el Resucitado que fulminó todos los registros. Así que, día de hoy, Pepe Lázaro sigue siendo hermano mayor. Podría sonar cómico si no se tratara de una de las cofradías más bellas.

Ahora, con el nuevo decreto, los dos candidatos en liza presentarán más canas de las actuales a tenor de la poca diligencia de la delegación que ya podría haber convocado elecciones antes de que nos llegara este tsunami. Y a pesar de todo, todo seguirá igual. Excepto el bueno de Pepe Lázaro que seguirá siendo hermano mayor, aunque sea sin la vara dorada.