
Tribuna Económica
Carmen Pérez
¡D espierta, Alemania, despierta!
Entrando en agujas
Volvemos al curso real del tiempo. Los niños están en los colegios, los funcionarios retornan a su jornada habitual; la semana va a tener los días laborales seguidos; en los bares habrá hueco y te podrás tomar una copa sin el empujón de los que quieren ocupar tu sitio en la barra; en el centro se encontrará aparcamiento sin más dificultad que la que siempre existe; así, la lista de asuntos cotidianos retomarán su discurso de siempre. Y muchos nos alegraremos infinitamente de ello.
Ha pasado el espectacular bimestre jerezano. Sí, casi dos meses completitos. No cuenten ustedes desde que empezaron a oír el primer ‘Tin tin Catalina’ porque si no, habrá transcurrido un trimestre largo. Han sido días llenos de todo, de exuberancia; de desenfreno gastronómico, económico, vital, prosaico, nostálgico, vivencial..., de necesaria irrealidad travestida, también, de todo. Y hemos llegado a este inicio postnavideño.
Antes, a este tiempo, se le decía ‘Cuesta de enero’, ahora con las tarjetas de débito, la cuesta será puerto de categoría especial cuando febrero empiece a notar el ambiente precuaresmal. Comenzamos ese tiempo en el que nos encerramos en esa realidad brumosa y acusadora que es resaca de mucho y promesa de lo que juramos no volverá a pasar. Llega la semana después como embajadora de un tiempo neutro para pensar en lo que fue y en lo que ha llegado a ser.
Enero, tras el Día de Reyes, es un mes lento, de combustible diesel y poca intensidad ciudadana. Es un tiempo a medio gas, que crea escasas expectativas y al que deberíamos cargar de energía. Aprovechémoslo para vivirlo en una mayor plenitud.
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