Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Quizás sea algo con lo que todos debamos enfrentarnos en alguna ocasión. La Navidad tiene un espíritu. Y esa alma, esa esencia que flota por el aire, puede o no calar dentro de ti. Estás en tu pleno derecho de amar la fiesta, de amarla pero no estar en condiciones de vivirla o, simplemente, detestarla. Hay que entender todas las posiciones. Hasta la del insufrible Grinch. Son respetables. Siempre, desde que era un chiquillo, había una estrofa de villancico que me erizaba la piel y me entristecía: "Y nosotros nos iremos y no volveremos más". Pura vida (no al estilo 'tico'). Pura lógica. Después se cantaba aquello de "Que suenen con alegría..." pero la susodicha alegría hacía un instante que había quedado dinamitada. La Navidad la celebramos por nosotros pero, sobre todo, por los que vienen abriendo paso. Jamás había vivido una Navidad como la de este año. Hay una mezcla. Panderetas y redobles de tambores templados resuenan. Hay que aguantar. Ser fuerte. Mirar al frente. Y esperar que esa alegría vuelva. Aunque sea disfrazada.

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