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Tribuna Económica
He contado otras veces la anécdota de la reina Isabel II, en la London School Of Economics que, en 2008, al recibir explicaciones sobre la crisis financiera mundial, preguntó perpleja: “Si el sistema financiero se encontraba con tantos riesgos, ¿por qué nadie dijo ni hizo nada?”. Ahora, los informes periódicos de estabilidad financiera del Banco Central Europeo dan buena cuenta de los riegos a los que el sistema financiero está expuesto. Del de esta semana se deduce una conclusión clara: la estabilidad financiera de la zona del euro sigue siendo frágil.
Las cosas parecen más tranquilas, porque el sistema financiero europeo dejó atrás las tensiones provocadas por los bancos de EEUU y Suiza, pero, no obstante, como dijo De Guindos en la presentación del informe, las turbulencias pueden volver a desatarse. La evolución dependerá de la capacidad de aguante de los diferentes agentes económicos: la inflación, el endurecimiento de las condiciones financieras y unas perspectivas de menor crecimiento han venido afectando a las empresas, a las familias y a los gobiernos. Y seguirán haciéndolo, porque una parte importante del impacto del ajuste monetario aún no se ha materializado. Y, aunque las subidas de tipos de interés parecen haber tocado techo, se reanudarían si la inflación repunta, complicando aún más el escenario.
Además, todo depende de cómo evolucione el conflicto en Oriente Medio, que podría desencadenar un fuerte aumento de la aversión al riesgo en los mercados financieros, desatando las vulnerabilidades prevalecientes y traer posibles repercusiones adversas para el suministro de materias primas energéticas. Por otra parte, una mayor desaceleración de la economía china podría agravar la debilidad del crecimiento económico en la Eurozona.
De momento, la tormenta está contenida, pero todos los riesgos mencionados, entre ellos muy interrelacionados, si se materializan, podrían descargar truenos y rayos en las diferentes parcelas del sistema financiero.
En el ámbito inmobiliario comercial, podría agravarse la recesión que está sufriendo, y en el residencial, sufrir correcciones drásticas, cuando por ahora está experimentando ajustes ordenados; en los fondos de inversión, podría provocar ventas forzadas de activos, dado los altos riesgos de duración, de crédito y de liquidez que soportan; y la banca, beneficiada por la subida de tipos, se enfrenta a mayores costes de financiación, empeoramiento de la calidad de sus activos y menor volumen de actividad, por la caída de la demanda de nuevos préstamos. Su rentabilidad puede afectarse y existen preocupaciones serias sobre su capacidad de acumular capital para cubrir pérdidas y administrar sus riesgos crediticios.
Y un último apunte a destacar de este largo informe. Pueden surgir preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda si los gobiernos no siguen caminos fiscalmente prudentes o si los países altamente endeudados no reducen suficientemente sus ratios de deuda. Las interacciones entre la política fiscal y la estabilidad financiera son muy importantes. La cláusula de escape general contenida en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE se desactivará a finales de 2023. A ver qué acuerdan.
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