Análisis

Txema marín

Miembro de la Academia Andaluza de Gastronomía y Turismo

Por favor, ponte bienla mascarilla

El año 2020 no va a pasar a los registros y crónicas como el mejor año de la historia de la humanidad. Ni de lejos. Apenas estamos sobrepasando el ecuador del calendario y ya estamos seguros de que quizá lo peor está por llegar. Crucemos los dedos porque no sea así.

Y lo peor puede estar por llegar por nuestra culpa. "Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa". Porque aunque no paren de decirnos por activa y por pasiva, por las buenas y por las malas, que la mascarilla es uno de los métodos más efectivos de frenar la pandemia, aquí todavía rige la ley del más "listo" y casi nadie se la pone bien.

No son pocos los bares y demás negocios hosteleros que usan la mascarilla mal simplemente por evitar la multa. Dejando narices al aire, tapando únicamente barbillas o papadas, haciendo inútiles los esfuerzos de los demás por el simple hecho de sentirnos más guays, para hacernos los chulos y los rebeldes, que a mí no me van a decir cuatro politicuchos lo que tengo que hacer. Ni que tuviéramos catorce años para ir en contra de todo lo que nos digan, ¿verdad?

Y si viene alguien o me están viendo, entonces me la subo un momento y la pongo bien. Sólo hasta que mi dignidad se vea lo suficientemente mermada y me la vuelva a bajar. Estaría bueno. Que seré rebelde, pero a mí el bolsillo que no me lo toquen. No está la cosa para pagar otra multa.

Y así, decenas de sitios que he podido visitar en las últimas semanas, por diferentes y variadas provincias de España. Es cierto que en muchos otros sitios sí se hacen bien las cosas, pero es que eso debería ser lo normal y no lo excepcional. Todos tenemos que poner de nuestra parte y hacer un último esfuerzo.

Si no contribuimos entre todos a parar esto, no conseguiremos recuperar el tiempo perdido. No es cuestión de ideologías ni políticas. Es humanidad. Queremos sobrevivir y vivir tranquilos, pero ahora o vamos todos a una o esto es imposible.

Ponte bien la mascarilla que, como sigamos así, a esto ni sobrevive tu negocio ni quizás tampoco tú.

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