Análisis

rogelio rodríguez

El graznido de los líderes frente a la pandemia

Los ciudadanos de la UE estamos como rebaño sin defensa ante las acometidas del lobo

Aterriza la cuarta ola pandémica, crece el abismo económico, el Gobierno de coalición no da abasto con sus hipotecas y Cataluña tendrá un nuevo Ejecutivo secesionista. La vida política se pudre y la legislatura precisa respiración asistida. Es tiempo de supervivencia, de reclusión, de desconfianza, de penuria social. Dolencias generalizadas que se agravan cuando las sociedades están huérfanas de líderes capacitados para aplicar fórmulas de amparo. El Covid-19 ha despejado dudas sobre la validez de la actual clase dirigente. Decía Dwight Eisenhower que "la cualidad suprema del liderazgo es la integridad". Y dice un proverbio chino que los patos salvajes siguen al líder de su parvada por la forma de su vuelo y no por la fuerza de su graznido. La salud de la población depende de poderes economicistas desaprensivos -¡siempre lo fueron!- y de una generación de gobernantes palurdos, enfangados, en general, en intereses partidistas y rancias ideologías excluyentes.

Las vacunas salvadoras son administradas por una industria farmacéutica que mancilla sus encomiables descubrimientos con una gestión indecente en la distribución de las dosis, en la que participan estados carentes de escrúpulos o de capacidad. Y si la inoperancia de la comunidad internacional provoca desolación, nuestra actualidad política es una falla de despropósitos, un ejemplo vómico, con escenarios coyunturales en Madrid y Murcia, donde la gran preocupación de los partidos es el poder territorial; o crónicos, como Cataluña, donde los victoriosos y antagónicos grupos independentistas acabarán en otro pacto Frankenstein con el único objetivo de desafiar al Estado. Las mociones de censura presentadas por PSOE, Podemos y Ciudadanos han sido un obsceno ejercicio de oportunismo. Si el que gobierna padece ceguera, lo que procede es amputarle las piernas.

¿Qué importa que desde el comienzo de la pandemia en España vayan contabilizados, de manera oficial, más de 75.000 muertos y casi 3,5 millones de infectados, muchos de ellos con graves secuelas para el resto de sus vidas? Son cifras escalofriantes que siguen engrosándose a diario con dos o tres centenares de fallecimientos y unos 7.000 contagios. ¿Qué certeras medidas de auxilio se han tomado para contrarrestar el cierre de más de 200.000 empresas, para socorrer a los 350.000 autónomos arrollados por la crisis o en paliar el paro juvenil, dato que también nos sitúa a la cabeza de Europa? La gran ocupación es mantenerse en el poder o desalojar al que lo tiene. Prima el pancismo institucional, el farragoso debate político, la confrontación, el resucitado franquismo o el nuevo comunismo de coleta.

Contra la fiera pandemia, sólo cabe constatar una amalgama de ocurrencias improvisadas y contradictorias que descabalan el territorio nacional, por no abundar en la funesta ralentización de las vacunas, cuya responsabilidad atañe, en primer lugar, a ese paquidermo burocrático que es la Unión Europea en un momento tan determinante como éste. Mientras China inmuniza a diez millones de personas a la semana y los Emiratos Árabes, Israel, Gran Bretaña o, incluso, Chile logran altas cotas de vacunación, los ciudadanos de la Europa comunitaria estamos a verlas venir, como rebaño sin defensa ante las acometidas del lobo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios