Análisis

Manuel Moure

Tras el maratón, demasiada calma

No me refiero a la prueba atlética, sino al maratón 'fiestero' que se vive en Jerez desde que la Semana Santa hace acto de presencia en el calendario. El Gran Premio y su 'motorada', la Feria, El Rocío, Vinoble... Durante estos meses no se para. Jerez salta de evento en evento como una abeja va libando de flor en flor. En cuanto llegue el calor todo decaerá. Es cierto que habrá buenos ciclos -el de González Byass tiene una categoría tal que muchas grandes capitales lo querrían para sí- pero tras él y las 'Noches de Bohemia' Jerez caerá en el sopor más absoluto. No debemos engañarnos: el ambiente está en la costa, cierto, pero deberíamos mirar un poco más a todos esos ciudadanos que buscamos pasarlo bien donde moramos. Todo va por rachas. Jerez, a qué negarlo, es segunda línea de playa, en cierta indefensión ante la avalancha veraniega, pero esa posición también te dota de un encanto especial, sobre todo a la hora de descansar en condiciones.

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