Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Análisis

Bernardo Palomo

Desde lo mínimo la presencia de lo máximo

El Ayuntamiento de Jerez que, en materia artística, no destaca sobresalientemente por su excesiva lucidez, acierta, sin embargo, en la elección de los carteles anunciadores de nuestros más significativos acontecimientos. Claro que teniendo el gabinete de imagen que posee, con artistas de contrastada categoría y, algunos, máximos exponentes del diseño de nuestro país, no es difícil que cualquier cosa de lo que llevan a cabo se constituyan en obras de absoluta importancia y ejemplares definidores de lo mejor que se puede pensar.

Aquí, en este cartel de la próxima edición de nuestra Feria del Caballo tenemos la constatación de que lo que se realiza en la calle Caballeros es importante y que si no se hace más es por los mínimos artísticos que, desde las altas instancias, se solicitan. El nuevo cartel responde a una premisa -vieja en el mundo de los artístico - nunca tan poco fue tanto. La obra anunciadora que llevará a todo el mundo el acontecimiento que supone nuestra sin par Feria es una obra de arte con mayúsculas, realizada por un artista sabio que sabe lo que supone cualquier cosa de nuestra tierra y que es consciente de cómo darle su más acertado planteamiento artístico.

La obra responde al lenguaje único e intransferible de Juan Carlos Crespo Laínez. Su suprema capacidad artística, su personalísima forma de plantear la realidad, su bello ingenuismo y sus trascendentes maneras, con la realidad ofreciendo, desde lo mínimo, su máxima expresividad, lo llevan, una vez más, a hacernos transitar por un especialísimo desarrollo de nuestra Feria.

En la obra encontramos todos los aspectos que definen nuestra Feria pero, con una loable trascendencia artística, el artista jerezano, suscribe una realidad mediata de lo que es la más absoluta concreción. Su mirada, poderosa, enamorada, feliz y comprometida con el entorno, se desprende de lo general, de lo unánime, de la fácil ilustración de lo real y asume una nueva identidad, mediata, presentida, jocosa, ingenua y clarificadora. En el cartel, todo es Jerez llevado a su esencia más íntima. Existe una sabia descomposición de la presencia inmediata de los elementos hasta reducirlos a esquemas esenciales pero portadores de toda la verdad representativa que ellos disponen. Una pareja de jinetes se recorta en un fondo ideal que recuerda la excelsa iluminación de las calles del Real. Lo que la vista abarca es lo mínimo de un máximo, la esencia de un todo magnífico que el artista minimaliza para, desde lo básico, alcanzar lo más supremo y trascendente.

Como ocurriera en sus otros carteles de la Feria de Jerez, Juan Carlos Crespo Laínez nos hace transitar por su mágico universo; allí donde transcurre una existencia más feliz y única; una realidad que se desprende de sus aditamentos más desvirtuantes para quedarse sólo con aquello que sugiere, que provoca, que magnifica lo mínimo para hacerlo eterno y universal.

En el cartel de Juan Carlos, está presente su particular y especialísimo mundo, ese que nos hace presentir lo mejor de todo cuanto acontece. En la Feria que él anuncia se capta la esencia de algo que es grande y que invita a ser vivido con ilusión y ganas. Su obra es el anuncio feliz de algo mágico que atrapa y de lo que se quiere ser partícipe enamorado.

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