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El 62% de los españoles confiesa que consigue aislarse e ignorar todo lo que sucede a su alrededor cuando consulta su 'smartphone'. Es el llamado 'phubbing', una de las tendencias que las redes sociales han puesto de moda que consiste en poner más atención al móvil que a las personas del entorno. Es una de las conclusiones de un estudio realizado por Sondea, empresa de estudios de mercado de Movistar a partir de encuestas realizadas entre personas de entre 14 y 64 años.

China ha sido el primer país en catalogar el uso abusivo de las nuevas tecnologías como 'trastorno clínico'. Al parecer ya existen centros de rehabilitación para combatir la dependencia tecnológica, y dentro de poco España contará con uno de estos centros para tratar dicha 'patología'. No resulta extraña la iniciativa china por cuanto el número de 'sonaos' necesariamente ha de superarnos, lo que no obsta para que aquí le demos la bienvenida a tan necesaria y buena disposición dada la magnitud de la deriva de los comportamientos observados en los usuarios del móvil.

Su uso/abuso es tan elocuente que otro aspecto que desvela el estudio sobre la adicción al mismo es el dato revelador de que el 73% de los españoles duermen con el 'aparatito' y es lo primero que consultan cuando se acuestan y se levantan. La investigación certifica también de los insultos y bulos en las redes, del excesivo control de amigos y parejas, de la falta de privacidad, seguridad y consecuente independencia.

Sin embargo, no se tiene constancia que el estudio de Sondea contemple conclusión alguna relacionada con la expresión corporal; el por qué de ese extraño fenómeno estímulo/reacción que se produce en el instante que con su proverbial hortera 'sinfonía' el 'aparatito' dice: "aquí estoy yo". Es tal el desasosiego, que el rictus se transforma, la velocidad se incrementa y los aspavientos se multiplican y como alma que lleva el diablo huimos imprudentemente 'escopetados' poniendo tierra de por medio con grotescas idas y venidas: cuan 'apretón' contenido se tratara y retrete ocupado se encontrara, y… ¡hasta en los momentos de máxima intimidad! 'tocata y fuga'. Y qué decir si no de la patética y angustiosa escena ofrecida por aquella devota señora a la que el 'smartphone' inoportunamente interrumpe su oficio religioso y no le queda otra que la digna 'estampida' tras estéril y azaroso 'bucear' en las 'profundidades' de su apreciado complemento.

Pese a ello y al sinnúmero de embestidas urbanas de 'ennortados' a sortear, el 'phubbing' es un fenómeno al que ha de darse necesariamente la 'bienvenida'. No todo lo que de él deriva ha de ser considerado desde una óptica exclusivamente negativa; su poder de abstracción y ensimismamiento conlleva no sólo una prodigiosa ambidestreza pulgar sino que al propio tiempo transforma los antaño tumultuosos ambulatorios en remansos de paz y sosiego al mejor estilo 'refectorio benedictino'. Otra potencial virtud del uso/abuso del 'móvil' es la derivada de su pródiga y característica cervizflexa posición. Leía recientemente a cierto autor que, irónicamente, sugería la conveniencia de colocar los semáforos en el suelo dado el mayor impacto visual que éste viene ofreciendo. Realmente la idea sugerida confirma iniciativas ya puestas en práctica por determinadas entidades y centros comerciales gracias a lo cuál somos capaces no sólo de orientarnos, sino incluso… salir de Ikea (P. ej.). También el alcalde de mi pueblo, adelantado de los tiempos, en un gesto 'visionario' sin precedentes se ha puesto 'manos a la obra' y ha 'sembrado de rotulitos' los pasos de cebra de la ciudad, en este caso para recomendarnos no hacer 'pupa' a las señoras. ¡Regocijémonos de todo ello y que sea para bien!

Corolario: Si móvil es todo lo que se mueve ¿no resulta el término más de aplicación al dueño que al aparatito?

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