Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

Un mundo feliz

Las redes se han convertido en el dispensador de soma con el que se desahoga la masa

Si en vez de ser un ídolo de masas llamado José Antonio Reyes hubiese sido alguien desconocido, casi todos habríamos dicho o pensado lo mismo que Santiago Cañizares, al saberse el tipo de accidente que acabó con la vida del futbolista. No es mi intención juzgar ni analizar tan trágico suceso, lo traigo a colación porque este hecho en sí ha vuelto a sacar lo bueno, pero sobre todo lo malo de la condición humana en redes sociales.

El linchamiento de Cañizares pone de manifiesto que estas vías de comunicación se han convertido en el soma que permite y da rienda suelta a los instintos más bajos, sucios y violentos de la masa, a la que Huxley denominaba epsilones. Una vez saciados esos deseos de odio y violencia, a través de Facebook, Twitter o Instagram, la masa, los epsilones continúan su monótona vida de lunes a viernes sin levantar la voz, sin mover un dedo ante las verdaderas y gravísimas injusticias que suceden a diario a nuestro alrededor, incluso muchas afectan a sus propias existencias o la de sus seres queridos. No pasa nada, ya llegará el fin de semana, el partido de mi equipo, el dispensador de soma a golpe de click en la mano, siempre dispuesto al insulto fácil, rápido y muchos, amparados en perfiles falsos, para poder ser más hiriente desde el anonimato. ¡Ah! Si estoy muy necesitado, ahí está el Chiringuito de Pedrerol y Cía, tratamiento efectivo para sobrevivir día a día, semana a semana.

Un partido de infantiles de baloncesto entre dos equipos de la misma ciudad. Gana uno de ellos 56 a 6. Lo primero que hace el club ganador es humillar al club perdedor con una publicación en redes. Yo me pregunto si uno puede estar realmente orgulloso de ganar 56 a 6 sea cual sea la categoría ¿Un jugador que gana un partido 56 a 6 ha crecido como deportista en dicho partido?

Cuando un club de cantera pregona que con esa victoria frente a otro de la misma ciudad, gana el baloncesto y gana la ciudad, está sembrando en sus jóvenes deportistas la semilla para convertirlos de mayores en nuevas generaciones de epsilones. El crecimiento personal, la humildad ante la victoria, el respeto por el perdedor, la resiliencia ante la derrota, la constancia del entrenamiento, la solidaridad y el apoyo en los compañeros, todos estos valores quedan destrozados ante esa publicación en las redes.

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