No es cuestión de tener una opinión distinta. No es cuestión de intentar aislar las cosas porque el número de casos -todavía- es ínfimo -aunque sí preocupante-. Tampoco es cuestión de culpar a "cuatro locos", "cuatro animales" o "cuatro sinvergüenzas". Y, por supuesto, mucho menos es cuestión de negar siempre todo aquello que no vemos directamente.

Y es que hay una nueva realidad que aterra a las mujeres en el espectro del ocio nocturno: pinchazos con jeringuillas que te dejan 'K.O.' y que, sin ser linces, podemos intuir el tipo de fin que tienen. Sin embargo, como siempre, aparecen los negacionistas de todo lo que huela a machismo -que casualmente siempre barren para el mismo lado- teniendo el santo valor de poner en duda este tipo de prácticas.

Según cuentan, comenzó en Francia y continuó por Bélgica y el Reino Unido, para llegar en estos días a nuestro país. Una importación europea por la que, por cierto, no ponen el grito en el cielo quienes sí lo hacen ante otro tipo de llegadas a España. No obstante, parece que todavía no ha habido abusos ni violaciones posteriores y que no se ha encontrado rastro de nada en la sangre, lo que se convierte el argumento perfecto para aquellos que ponen en duda que puedan ocurrir cosas de este tipo, pero que creen firmemente en el letal peligro de las vacunas contra el coronavirus.

Negar y seguir cerrando los ojos ante la misma problemática de siempre: machismo, abusos, violaciones y, en definitiva, pánico de cualquier mujer joven a ir de fiesta. Parece que no es suficiente con tener que cuidarse de ir solas, de cómo ir vestidas, de tener controlada la bebida o de dar a entender "algo que no es" al macho de turno; ahora también tienen que estar al tanto de si les han pinchado para actuar lo más rápido posible.

Y, lo peor de todo esto, es que parece que tanto el que escribe esto como quienes lo leéis nos iremos de este mundo sin dejar de conocer nuevas 'modas' que destrozan a las mujeres.