Andalucía parece que se queda, luego le tocará perder..., otra vez. La casta política está en sus cosas, entre las que no figura arreglar el asunto. Así que la sociedad civil habrá de organizarse en fórmulas imaginativas, rompedoras y extravagantes.

A Andalucía siempre le ha ido mal siendo el sur de España. No en vano es de las regiones más pobres, a veces, la más pobre de Europa. Por eso sería estimulante anexionarse con Marruecos. No ya solo porque tienen una selección de fútbol exitosa que nos mandó al guano, sino por la autoestima de estar al norte de algo. Una Andalucía norteña de moros más blanquitos que los del Sidi Ifni, mola. Habría que abrazar el Islam, pero como esa religión no es más que otra herejía del cristianismo, transitoriamente no sería pecaminoso. Aquí se está lo mismo en una mezquita que en una catedral, sin moverte del sitio.

Pero sobre todo dispondríamos de un ejército pertrechado de alfanjes y cimitarras. Un ejército con el empezar la reconquista de España. Igual que don Pelayo esperó ochocientos años para ver una Hispania cristiana, Boabdil tardará seiscientos en ver la nueva Al-Andalus. La empresa no será difícil ya que tenemos hermanos árabes desplegados por la totalidad de la piel de toro esperando la llamada del muecín. La entrada del ejército sarraceno por las Ramblas de Barcelona será vitoreada por una morisma enardecida.

A estas alturas de la cuchufleta habrán comprendido lo que falta para arreglar el problema, que por otra parte, es lo que prevé la Constitución. ¡Ah...! Mercadona acaba de sacar un plato precocinado con un par de huevos.

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