Me detuve el otro día frente al belén de Santo Domingo y me di cuenta que falta alguien. En efecto, la pastora que amamantaba cada año a su niño, ha desaparecido del mapa. Evidentemente, lo primero que hice fue comprobar su presencia en años anteriores a través de fotos, y allí estaba. Desconozco cuáles son las razones, tampoco he tenido tiempo para preguntar, pero me llama poderosamente la atención. Su presencia era seguramente una de las más tiernas de este belén monumental proyectado en su día por Lete. Espero que su ausencia, que no deja de ser algo anecdótico, se deba a cualquier detalle, ya sea falta de espacio o incluso al mismo paso del tiempo que haya podido deteriorar la figura, y no a algunas de esas cuestiones tan de moda actualmente y que tienen que ver con los derechos de la mujer. Porque no hay nada más femenino y más natural que una madre amamantando a su hijo. Sea como fuere, y si es posible, no estaría mal que volviese al universo belenista de Santo Domingo, no en vano, es ya una parte más de nuestra Navidad.

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