Análisis

rogelio rodríguez

Con el peor Gobierno y la peor oposición

Alguien dijo que la vida es un 10% lo que nos ocurre y un 90% como reaccionamos

Boquea el insólito verano de la pandemia y los peritos notifican un torbellino otoñal de causas perdidas, hospitales saturados, economías en quiebra y políticas embarradas. El mundo está en pie de guerra científica contra un enemigo invisible y asesino que ha sembrado el terror y modificado o destruido las estructuras sociales y la convivencia. En todos los países, ricos y pobres, cunde la desolación como nunca había ocurrido desde la Segunda Guerra Mundial. Se expande el olor a tragedia. El optimismo de los menos se traduce en temeraria insensatez. Y, además, proliferan los gobiernos desatinados e incapaces, entre los que destaca el que rige los destinos de una España atorada, dispersa y proclive al engaño.

Alguien dijo que la vida es un 10% lo que nos ocurre y un 90% como reaccionamos. El doctor Rafael Matesanz, el hombre que dirigió con encomiable eficacia la Organización Nacional de Trasplantes entre 1989 y 2001, definió con precisión cirujana en un reciente artículo la gestión del Ejecutivo de Pedro Sánchez: "El Gobierno reaccionó con contundencia: se fue de vacaciones". Es posible que el presidente optara por el retiro vacacional sumido en un humano proceso de abstracción, pero eso no le resta irresponsabilidad, muy superior a la del rozagante gentío, sobre todo juvenil, que durante estos meses ha atiborrado playas, terrazas y locales prohibidos. Pero la cruel realidad, que vuelve a superar a la ficción, está ya de regreso en el agotado personal sanitario, en los crecientes rebrotes, en los geriátricos, en los centros de enseñanza abandonados a su suerte, en las miles de empresas que cierran, en las cifras del paro, en las colas ante las entidades de ayuda social…

Tenemos el peor Gobierno posible en el peor momento de nuestra era democrática. Y también la peor oposición. Y no es cosa de mal fario. Mal fario es el canalla coronavirus, pero lo que sucede en los ámbitos del poder es consecuencia del derrumbe moral, ético e intelectual de la clase política. Y de la complicidad de una ciudadanía que se acomoda en la orfandad de referencias éticas y administradores competentes. Los titulares de la canícula son apabullantes: España encabeza el ranking europeo por contagios del Covid-19, con más de 200 casos por cada cien mil habitantes, cuando lo previsto por las ilusorias autoridades sanitarias era no superar los 50; España es el país de Europa que más empleo ha destruido en la primera mitad del año; la OCDE ratifica que la economía española se ha descolgado del proceso de recuperación. ¡Ninguna noticia positiva!

Sin medidas coherentes y comunes frente a la pandemia y sin visos de un plan económico acorde con la dramática situación el resultado solo puede ser catastrófico. Pero eso, ahora, le trae al pairo al Gobierno, ocupado como está en un juego impúdico de aritméticas parlamentarias para la aprobación de unos Presupuestos que le permitan agotar la legislatura. Por eso dice la vicepresidenta Carmen Calvo que "es secundario con quien se pacte". Para Sánchez, el precio es lo de menos.

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